martes, 7 de julio de 2009

Mantis, insecto matemático y no venenoso.

Con un aparato masticador muy desarrollado, alas verdes y patas anteriores largas y robustas adaptadas para la aprehensión de sus presas, puede hacer girar su cabeza hasta 180 grados. Cierto, si llega a lastimar a una persona es doloroso, pero más sensible es al contacto humano pues su manipulación, aun sea con cuidado, le puede causar verdaderos estragos.

La mantis religiosa, también conocida como campamocha o santateresa debido a la postura que adopta cuando está inmóvil, ha causado temor por generaciones al creerse que es venenosa. En realidad, dicen especialistas, es un insecto inofensivo sin toxinas dañinas y, por si fuera poco, hace estratégicamente la guerra a muchos temibles insectos como las arañas y peligrosos escorpiones.

Es voraz, un verdadero depredador con inteligencia matemática bien aplicada a sus estrategias de caza. La mayoría viven en zonas cálidas (tierra caliente) y abundantes en vegetación y se nutren de los insectos que capturan con sus patas anteriores a los que desmenuzan con sus poderosas mandíbulas. Las hembras tienen instinto caníbal pues devoran al macho vivo después del apareamiento.

Es un insecto del suborden mantodea, dentro del orden dictiópteros que hallan en su mundo de plantas el lugar perfecto para conseguir su alimento. Sus patas delanteras son robustas y dotadas de púas afiladas. La mantis común europea alcanza una longitud de 6.3 centímetros, siendo una especie utilizada en algunos países como ayuda en el control de plagas.

Utilizan de forma nata la matemática, pues para conseguir sus presas siempre buscan lugares altos para apreciar todo su campo de acción. En cada salto la mantis calcula la distancia entre las ramas dando la impresión de que se balancea como si estuviera arrullándose. El movimiento, tácticamente planeado, le permite percibir con ambos ojos su objetivo para no fallar en su cometido al tener una visión tridimensional del espacio.

Posteriormente una vez calculada la distancia procede a calcular dos parámetros más, la fuerza que necesita aplicar a su movimiento y el ángulo que debe adoptar con relación a su meta. Sabe, por instinto, la importancia de administrar su energía por lo que dependiendo de su tamaño y peso optan por dar saltos o simplemente rodear los obstáculos caminando.

Otra particularidad de la campamocha es que suele confundirse en el ambiente que la rodea. Existen de varios colores como blanco y amarillo lo que les permite esconderse en flores de esas tonalidades, pero quizá la más bella de todas es la mantis orquídea de una singular coloración rosa que es tan atractiva que aficionados las conservan en cautiverio.

2 comentarios:

  1. huy yo crei que era venenosa

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  2. PERO DE IGUAL MANERA SON HORROROSAS Y DENINGUNA FORMA ME ÁNIMO A TOCAR UNA

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