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Una recomendación antes de tu lectura...

Adrenalina y videojuegos de terror, una inagotable fuente de placer físico y mental...

Estás solo en tu habitación en una noche de sábado. Ya viste todo lo que hay en el cine, terminaste de leer las novelas de Halo y tu novia está de viaje con su familia. Resignado, abres una botanita, calas los hoyitos que tu cuerpo ha marcado en tu sillón, te sientas y prendes el Xbox. Será una larga noche, solo tus juegos y tú. De pronto, escuchas ruidos en tu puerta. “Debe ser un peatón borracho”, piensas. Sigues jugando. Solo se escucha el sonido de tu consola, la TV, tu respiración y los botones de tu control. La partida avanza, tu corazón se acelera y un estruendo en el baño te hace brincar como si tuvieras un resorte en el asiento. Era el gato que tiró un plato. Regresas a jugar. Otra vez silencio. El viento entra por la ventana. Solo se escucha tu respiración. El Xbox, los botones… no hay algo más. Alguien más respira. Sientes como se hace cada vez más fuerte la respiración, llegando hasta tu cuello. Sudas, quieres voltear, pero el miedo te paraliza. El ser levanta su cuchillo...

Los dragones de Komodo matan por medio de veneno.

Entre las evidencias de que los dinosaurios existieron no solamente se encuentran los restos fósiles sino también formas de vida que aún sobreviven en nuestros días. El lagarto viviente más grande del mundo abunda en Indonesia, pero resalta su presencia en la isla de Komodo. Suele alcanzar los tres metros de largo y es un depredador y carroñero feroz que llega a pesar hasta 90 kilogramos. Además es muy venenoso, revelan recientes investigaciones.

Pertenece a la familia de los varanos emparentada con los mosasaurios, lagartos marinos que vivieron desde hace 136 millones de años hasta hace 65 millones de años. El dragón de Komodo o varanus komodoensis guarda, además, uno de los secretos más codiciados para la medicina, su sistema inmunológico que le permite sobrevivir a su propia y supertóxica baba capaz de matar a cualquier ser vivo en minutos.

La mordedura del dragón de Komodo es mortal. Su baba contiene en promedio cepas de bacterias que aunadas al veneno y la potencia que tiene para desgarrar la carne de sus víctimas dificulta el tratamiento médico. Su alimentación incluye todo tipo de animales, desde ratones hasta seres humanos, es decir, si una persona cruza por su camino cuando está hambriento es una presa segura.

La comunidad científica trata de salvar de la extinción a esta especie, pues en la actualidad sobreviven menos de cinco mil ejemplares, todos ellos en las islas volcánicas del archipiélago indonesio. Se investiga el árbol genealógico de cada animal para evitar la cruza entre dragones emparentados, lo cual merma sus posibilidades de vida, además de proteger su reserva natural de los cazadores que los matan por miedo más que por otras causas.

Los conocedores afirman que es un verdadero espectáculo verlos devorar a sus presas, pues un grupo de cinco de ellos son capaces de devorar un ciervo adulto en cuestión de minutos en un auténtico baño de sangre y vísceras. El biólogo egresado de la Universidad de Kent, Inglaterra, Claudio Ciofi dijo alguna vez: “Los dragones de Komodo no son hermosos pero son criaturas magníficas y fascinantes. Son el eslabón viviente entre nosotros y un mundo perdido”.

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