viernes, 8 de enero de 2010

Albinismo, una enfermedad de origen genético, más que un distintivo de belleza.

En un zoológico de Santiago de Chile fueron presentados cinco cachorros de tigre albino, lo que se considera un gran logro, pues sólo existen 200 ejemplares vivos con esas características en todo el mundo. Fueron tres machos y dos hembras con apenas un mes de vida.

Novedad y expectación causan los animales carentes de color científicamente denominados “albinos”, nombre proveniente del latín albus, que en español significa blanco. Estas especies han sido apreciadas por generaciones en zoológicos de todo el mundo siendo quizá los casos más famosos los cruzamientos selectivos del único tigre blanco capturado en estado salvaje en 1941 en la India, y Copito de Nieve, el primer gorila carente de pigmentación en su pelo y piel, descubierto en 1966 por un doctor en las profundidades de la selva de Guinea Ecuatorial.

Lo diferente es lo que siempre causa agrado a la vista, es por eso que criadores de especies animales se han esforzado por asegurar descendencias albinas por ser mejor cotizadas, y por tanto, remunerativas en su venta al público.

El albinismo desde el punto de vista científico no representa para las especies animales una ventaja sino más bien todo lo contrario, es considerada una enfermedad o deficiencia. La carencia de melanina, sustancia que produce el organismo desde su etapa embrionaria, confiere a los seres vivos el color para protegerlos del medio ambiente y de sus depredadores.

A consecuencia de la herencia, la producción de esta sustancia orgánica se bloquea confiriendo a plumas, pelo, piel e incluso a la concha de las tortugas un color pálido o completamente blanco. Esta carencia de pigmentación los hace más indefensos y merma sus posibilidades de sobrevivir, a no ser que sean atendidos en cautiverio, de allí lo difícil de encontrarles en edad adulta y en estado salvaje.

Por lo regular este fenómeno se presenta en conejos, ratas y peces, pero es frecuente también en todas las especies animales, los seres humanos y las plantas. Frecuentemente este padecimiento va acompañado de trastornos en la piel y susceptibilidad de los ojos, de allí la frecuencia de quemaduras, resequedad, mala visión e, incluso, ceguera total. Otro de sus inconvenientes es que si son especies que se reúnen en grupos tienden a ser rechazadas por ser diferentes y, en casos extremos, se ve alterado su instinto para conseguir alimento o pareja para la reproducción.

La genética, ciencia de los fenómenos hereditarios, cuyas primeras leyes fueron establecidas en 1865 por el monje agustino, Gregorio Mendel explica que el albinismo, así como otros rasgos distintivos que pasan de generación a generación en todos los seres vivos, es determinado basándose en un par de “factores” llamados genes. El gene responsable de la apariencia física se le llama dominante, y al otro, que por lo general permanece oculto se le nombra recesivo, el cual es transmitido para manifestarse de la misma forma en futuras descendencias.

Los genes están contenidos en pequeños cuerpos vivos denominados cromosomas para su preservación y resguardo. Es de esta forma que pueden generar innumerables combinaciones sin sufrir cambios después de cada unión logrando proveer la clave de la continuidad de las especies. Sin embargo, las radiaciones, sustancias químicas o alimentación durante el proceso de división celular, pueden modificar a los cromosomas y provocar mutaciones, las cuales de sobrevivir y reproducirse podrían dar lugar a nuevas especies.

El albinismo, dado a sus inconfundibles características en cualquier ser vivo, es clave para que los genetistas evalúen sus pruebas en la manipulación de los rasgos de cada ser y encontrar métodos para mejorar genéticamente su estructura.

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