Resulta inolvidable el mes de marzo del año 2003 cuando más de cinco millas en el Golfo de Guayaquil, exactamente al sur de Isla Puna, cerca de Bajo Alto, se vieron afectadas por manchas de tono rojizo que provocaron la muerte en masa de una gran cantidad de vida marina. El agente causante fue el Noctiluca scintillans, una de millones de variedades de microorganismos que viven en el mar.
La historia se repitió con agentes causantes diferentes, por citar algunas fechas, durante abril y mayo de ese mismo año en diversas zonas marítimas. Las mareas rojas, denominadas así por el color que toma el agua en las regiones afectadas, son producto de la proliferación de pequeñas partículas vivientes denominadas dinoflagelados que se da al existir altas concentraciones de fosfatos y amonio aunados a días soleados sin mucho viento.
Las causas pueden ser naturales o provocadas accidentalmente por el hombre al derramar sustancias químicas en el agua. En este caso el peligro es latente durante todo el año y siempre con resultados desastrosos porque diezman gran cantidad de vida marina a consecuencia de las altas concentraciones de oxígeno que consumen, lo cual genera focos de contaminación al descomponerse y diluirse la materia inerte en el agua.
Si durante los fenómenos que se repiten año con año en varias zonas de las costas del Golfo de México se observará al microscopio electrónico una gota del agua afectada podremos observar un mundo repleto de figuras geométricas, semejantes a hermosos cristales multicolores, cuyas funciones y características mantienen hasta la fecha sorprendida a la comunidad científica internacional.
Estos seres reúnen características de las plantas y de los animales resultando una mezcla de ambos. Los dinoflagelados son capaces de fabricar por sí mismos su alimento en modo semejante a los vegetales pues contienen moléculas de clorofila. No obstante, cuando existe gran abundancia de presas, entre ellas algas y animales, los atrapan, los digieren y los excretan. Por otro lado, tienen la capacidad de moverse un millón de veces su tamaño en pocas horas para concretar la fotosíntesis o encontrar otro tipo de alimento.
El descubrimiento de las características de los dinoflagelados llevó al zoólogo Haeckel a considerarlos integrantes de un reino taxonómico independiente, segregado de las plantas y los animales que engloba a todos los seres unicelulares y protistas, es decir primitivos.
Independientemente del colapso que pueden generar, la variedad de funciones que realizan los dinoflagelados en beneficio propio y de seres superiores, además de la abundancia de géneros y especies distintas los coloca en una posición importante equiparable a los reinos vegetal y animal.
Al respecto vale mencionar que en 1946 se registró en el Golfo de México una de las más mortíferas mareas rojas que arrasó con la vida de peces, ostras y hasta tortugas causando movilización de las autoridades portuarias.
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