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Una recomendación antes de tu lectura...

Adrenalina y videojuegos de terror, una inagotable fuente de placer físico y mental...

Estás solo en tu habitación en una noche de sábado. Ya viste todo lo que hay en el cine, terminaste de leer las novelas de Halo y tu novia está de viaje con su familia. Resignado, abres una botanita, calas los hoyitos que tu cuerpo ha marcado en tu sillón, te sientas y prendes el Xbox. Será una larga noche, solo tus juegos y tú. De pronto, escuchas ruidos en tu puerta. “Debe ser un peatón borracho”, piensas. Sigues jugando. Solo se escucha el sonido de tu consola, la TV, tu respiración y los botones de tu control. La partida avanza, tu corazón se acelera y un estruendo en el baño te hace brincar como si tuvieras un resorte en el asiento. Era el gato que tiró un plato. Regresas a jugar. Otra vez silencio. El viento entra por la ventana. Solo se escucha tu respiración. El Xbox, los botones… no hay algo más. Alguien más respira. Sientes como se hace cada vez más fuerte la respiración, llegando hasta tu cuello. Sudas, quieres voltear, pero el miedo te paraliza. El ser levanta su cuchillo...

Válido pensar en la inteligencia de las máquinas, señalan especialistas.

En la foto aparece QRIO, diseñado por la compañía Sony
Los avances en el campo de la robótica y la inteligencia artificial hacen factible la confección de máquinas con razonamiento similar al humano. En los últimos días se han confeccionado robots cocineros y otros prototipos que pueden reflejar en sus rostros artificiales estados de ánimo como alegría, tristeza y coraje. Y donde dejar los prototipos de robots agricultores presentados por el MIT este año y que son capaces, por medio de sensores de saber cuándo una planta de tomate requiere de cuidados.

Pese a los avances tecnológicos anteriores hay personas que aseguran que las máquinas no pueden tener la creatividad, conciencia y ética indispensables para lograr ser lo que sus creadores quieren que sean.

Los expertos en robótica a pesar de no encontrar aún las claves para alcanzar la cima de sus más ambiciosos proyectos tecnológicos, dicen que es válido pensar en que una máquina perciba fenómenos para formarse impresiones sujetas a memorización, selección, evaluación y comprensión para emitir diagnósticos.

Agregan que existe el aprendizaje de las computadoras y que las características de sentimiento y moral no son absolutamente indispensables para la afirmación de la inteligencia. Exponen para ello la relevancia de uno de los avances tecnológicos más representativos en el campo de la inteligencia artificial, el INTERNIST, desarrollado en la Universidad de Pittsburg en 1977, uno de los sistemas expertos más apasionantes ya que posee en su memoria y estructura amplia cantidad de saber y, sobre todo, estrategias para depurarlo y ofrecerlo a su operador. Se encarga de confirmar los diagnósticos de las enfermedades en el campo de la medicina interna y hospitalaria.

La inteligencia artificial se sustenta en dos elementos, las estrategias de comportamiento inteligente y el conocimiento adquirido, características que concuerdan con la inteligencia humana. Si bien los trabajos de IA se han encargado de la inteligencia artificial de las computadoras, la robótica se enfoca a las estructuras mecánicas, accionadas y controladas mecánicamente como lo es el robot humanoide QRIO, diseñado por la compañía Sony.

QRIO hasta el momento es sólo un prototipo que se suma a los esfuerzos por combinar la inteligencia artificial con la robótica para generar seres “pensantes”. Son destacados en ese campo los trabajos de uno de los laboratorios más importantes del mundo, MIT, que desarrolla prototipos de robots capaces de moverse de manera autónoma gracias a sofisticados programas de cómputo. Tres equipos de investigación de las universidades de Cornell, Delft (Holanda) y el MIT ya han logrado construir robots cuyos pasos se asemejan a la forma de andar de los seres humanos. Tales prototipos demuestran un sistema de aprendizaje novedoso que permite que se adapten de forma continua al terreno sobre el que se mueven. Los programas con los que funcionan trabajan a tal velocidad, en materia de aprendizaje, que podrían ser capaces de caminar hasta por un terreno rocoso.

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