miércoles, 2 de septiembre de 2009

La diferencia entre el hombre y la mujer es una hormona.

La diferencia biológica entre el sexo masculino y el femenino es una hormona, la conocida testosterona. En los hombres su alta producción se encuentra ligada de forma directa con la aparición de barba y bigote, el ensanchamiento de la espalda y el engrosamiento del timbre de voz. También es la causante de que los hombres sean más fuertes en su complexión física que las mujeres y de que su apetito sea mayor.

El organismo femenino también la produce pero en cantidad diez veces menor la cual se manifiesta en su capacidad de iniciativa y sentido de independencia. Está comprobado científicamente que las mujeres que ocupan cargos gerenciales producen una mayor cantidad de esta hormona que las oficinistas o amas de casa. Lo anterior explica que la hormona también se halla relacionada al valor y al arrojo de las personas en determinadas circunstancias.

La testosterona fue aislada por primera vez en 1935 en Holanda por un bioquímico alemán y otro suizo al estudiar su segregación en los testículos, ovarios y glándulas suprarrenales y en la actualidad se usa a forma de gel para ayudar a personas que no la producen en cantidades suficientes como son los pacientes con SIDA y hombres de bajo peso corporal.

Independientemente de sus efectos terapéuticos la testosterona parece tener un efecto supresor del sistema inmunitario. Las altas concentraciones favorecen la calvicie, y muy probablemente también incrementa la propensión a padecer infecciones y enfermedades cardiacas. Su utilización en forma sintética debe ser estrictamente vigilada con un médico que evalúe sus repercusiones en el paciente.

La temeridad y agresividad asociadas a la testosterona llevan a los hombres a situaciones extremas en las que a menudo resultan heridos o muertos, pues prefieren sacrificar inconcientemente la longevidad por las experiencias intensas. Las mujeres suelen sentir gran atracción sexual a este tipo de personas aunque para una relación seria prefieren a hombres menos influenciados por la hormona pues son más fieles.

Para algunos científicos sin testosterona, los seres humanos retornarían al sexo primario, el femenino. Si esto es cierto, agregan, el Génesis estaría equivocado al decir que la mujer fue sacada del hombre, porque biológicamente es al revés. Forzando un poco a la metáfora, a la hormona en cuestión se le podría llamar la costilla de Eva, es decir el hombre fue sacado de la mujer.

Estudios revelan que la testosterona, hormona que hace que los hombres presenten mayor crecimiento de vello corporal que más tarde conforma la barba y el bigote ayuda a que los fetos con cromosoma Y se tornen verdaderos niños al configurar su cerebro para pensar como el sexo masculino. Si en la gestación no se presenta la hormona el organismo del niño no tendría las características biológicas de su sexo.

Son dos etapas en la vida humana en que la testosterona invade al cuerpo en enormes cantidades. La primera en la concepción la cual configura al encéfalo y al resto del organismo y la segunda durante la pubertad o transición de niños a personas adultas. Resultados de amplias investigaciones revelan que no solamente son cambios físicos los que produce la hormona sino también los conductuales.

Experimentos con ratones demuestran que a las hembras a las que se administran altas dosis de testosterona buscaban penetrar a otros ratones mientras que a los machos a los que se restringía la hormona no desarrollaban bien el pene. Incluso está comprobado que el canto de las aves canoras se relaciona también con la testosterona pues su objetivo como es sabido es la cúpula.

También se encuentra demostrado que los hombres casados presentan una disminución en la producción de testosterona lo cual explica su decisión de compartir la vida con una sola mujer, mientras que los varones con mayor concentración de la hormona tienen más probabilidades de divorcio o no contraer matrimonio pues su programación biológica los llama a aparearse con diversas personas del sexo opuesto.

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