miércoles, 6 de mayo de 2009

Controversia por alimentos manipulados genéticamente.

Existen en la actualidad más de 300 nuevos cultivos de origen transgénico, entre ellos algunas variedades de melón. Se tienen también avances en la mejora del ganado vacuno con lo que en un futuro se podrían obtener ejemplares de los cuales se consigan productos lácteos con propiedades parecidas a las que tiene la leche humana. Lo anterior, pone de manifiesto el avance de la ingeniería genética sentada sobre la selección natural de las especies.

Grupos ambientalistas se oponen rotundamente a esta tecnología basándose en los fracasos que se han presentado durante los experimentos realizados en combinación con su repudio a la globalización económica. Aseguran que la intención es sólo mejorar la calidad de los vegetales con objetivos económicos descuidando la salud humana y la ecología, y toman como ejemplo la modificación del ADN para hacer al maíz más resistente a las plagas, o la alteración del tomate para retardar su proceso de putrefacción.

Lo que más controversia genera es la introducción de genes animales a los de las frutas como es el caso de fresas modificadas para resistir las bajas temperaturas al utilizar material genético de peces. Ante este panorama, México ratificó el Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad en el que los países participantes reconocen el derecho de impedir la importación, exportación y producción de los productos cuando consideren que atentan contra la salud y la ecología, pero detractores advierten que nuestro país podría violar la ley en este sentido al ceder a las constantes demandas de nuestro vecino país del norte.

En la actualidad suman más de 58 millones de hectáreas sembradas con vegetales transgénicos alrededor del mundo. Cabe destacar que entre los productos modificados hasta fechas recientes se encuentran la soya, el maíz, diferentes hortalizas, papaya y algodón. En nuestro país las autoridades ya habían liberado para principios de la década, un promedio de 150 permisos a organizaciones comerciales para implementar la técnica genética.

Fue en 1994 cuando las semillas manipuladas genéticamente aparecieron en el mundo, fecha en que The Food and Drug Administration autorizó la comercialización de un tomate transgénico que tardaba más en descomponerse, lo que permitía cosecharlo ya maduro para su exportación. Como precedente está la mejora de plantas que se remonta a tiempos muy antiguos mediante la aplicación intuitiva de procesos de selección.

Lo cierto es que desde entonces la iniciativa privada intenta patentar la producción transgénica para evitar que se integren los intereses de empresas no involucradas en el proceso, lo cual confirma la denuncia de organizaciones en defensa del ambiente, sobre un aumento en la segregación del campo.

Los especialistas no han comprobado aún que los alimentos transgénicos sean peligrosos para la salud pero detractores aseguran que desencadenan alergias y resistencia a los antibióticos, además de contaminar a los seres vivos endémicos y alterar el ADN de otras especies naturales, lo cual impedirá revertir los efectos de los experimentos transgénicos en caso de una emergencia internacional a consecuencia de sus efectos negativos.

De acuerdo a la organización Ecologistas en Acción la manipulación genética puede alterar el comportamiento de una planta provocando la formación de compuestos totalmente nuevos, o la acumulación de sustancias dañinas para la salud. Además, el uso de virus y bacterias “mutiladas” en los procesos de manipulación genética de organismos vivos está a la orden del día, sin que se hayan podido descartar los riesgos. Las células de la mayoría de los cultivos transgénicos son portadoras de genes que proporcionan resistencia a los antibióticos y que pueden propagarse a bacterias patógenas, agravando el problema mundial de la lucha contra las enfermedades infecciosas.

Es importante mencionar que en el país se produce e importa el maíz con la proteína Bt, un principio tóxico que impide a plagas como el “taladro” comerse el cultivo. Lo anterior ha despertado la inquietud de organizaciones defensoras del medio ambiente como Greenpeace, pues también contrarresta a la ampicilina y tal característica, teóricamente, puede adherirse al ADN de los animales y seres humanos.

En resumen, los mayores temores a los alimentos transgénicos son: el incremento de alergias, la resistencia a los antibióticos y los daños a la flora y fauna del planeta. Ante esto, aficionados preocupados por el fenómeno, exponen los siguientes postulados científicos, asegurando que no persiguen ningún interés a excepción de proporcionar elementos para que cada persona se forme su propio punto de vista: A) Sí es factible manifestar alergia a los productos transgénicos porque contienen proteínas y la manipulación genética promueve su generación, más sin embargo, existen frutas sin alteraciones que provocan alergia en algunas personas como la manzana y el cacahuate que puede llegar a ser mortal. B) Para que proteínas como el Bt pasen del alimento transgénico al ADN de animales y humanos se requiere ser ingerido crudo y aún así no existen casos confirmados. C) Las alteraciones al medio ambiente son posibles pero no tan dañinas como la contaminación y la destrucción de la capa de ozono.

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