jueves, 7 de mayo de 2009

Hongos producen luz en Australia y Norteamérica.

Misterio y leyenda envuelven a una de las familias de seres vivos más antiguas de todo el planeta, los hongos. Creencias religiosas e historias de ciencia-ficción y brujería giran alrededor de estos organismos que, por sus características, no se pueden considerar como flora o fauna. En primera instancia, porque carecen de clorofila, a diferencia de las plantas, y en segunda porque no tienen movimiento aparente como los animales.

Tales son sus peculiaridades en forma, color y efectos alucinógenos que hay quienes dicen que provienen de otros planetas o son producto de hadas o rituales sobrenaturales, pues algunos son capaces de generar luz suficiente como para leer ocupando varios de ellos. Este es el caso de especies endémicas de Australia y Norteamérica que tienen intensa luz de color verde que utilizan para atraer a insectos y diseminar sus esporas.

Tal es su potencia luminiscente, que incluso son utilizados por soldados para guiarse en incursiones nocturnas. Suelen ser fenómenos de extraordinaria belleza pues no sólo brillan ellos mismos, sino también la base sobre la cual se desarrollan. Cabe destacar al respecto que a diferencia de las plantas, se reproducen sobre extensas capas circulares denominadas micelios, que se forman a unos centímetros bajo la tierra.
La comunidad científica clasifica a estos seres como saprofitos, familia de organismos que carecen de medios para abastecerse de alimentos por sí mismos. Tienen un aparato vegetativo desprovisto de una raíz, tallo y hojas, razón por la cual no pueden generar sus propios nutrientes. Es por eso que los hongos son simbióticos al requerir sustancias de otros seres vivos o muertos para subsistir, para ello actúan como parásitos.

Según investigaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México las plantas y no el hombre son las que peligran básicamente con los hongos, pues se calcula que un 80 por ciento de las enfermedades que padecen los vegetales son causados por esos organismos, mientras que sólo el 10 por ciento de las que sufren los seres humanos provienen de ellos.

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