Como contraparte de esa primera misión a la Luna el 7 de diciembre de 1972 la Misión Apolo 17 regresó por última vez al satélite natural de la tierra con el objetivo de recolectar muestras del suelo lunar. Para entonces las historias detractoras no se enfocaban en la veracidad de los hechos si no en la “verdadera” razón de que a cincuenta años no se haya regresado a la Luna.
La realidad es que las expediciones de ese tipo se dejaron en pausa debido a los altos costos y la prioridad en otros proyectos de la NASA en un contexto de dificultades políticas y tecnológicas.
De acuerdo a un boletín de la Dirección General de Comunicación Social de la Universidad Nacional Autónoma de México en los últimos años existe un nuevo auge para llegar a la luna, porque la tecnología es más avanzada y se ha logrado un vínculo robusto entre industria, academia y gobierno, lo cual ha permitido que esa necesidad de volver al satélite natural de la Tierra tenga aristas, por ejemplo la explotación de recursos mineros.
El secretario de Educación y Divulgación del Programa Espacial Universitario de la UNAM, Alejandro Farah Simón, considera que la extracción de recursos de la superficie lunar es algo que tiene que suceder porque los materiales, aquí en la Tierra, son finitos; además se evalúa erigir una base lunar permanente y de ahí conectarse a otros asteroides con ese objetivo.
El también técnico académico del Instituto de Astronomía se refiere al Helio-3 -isótopo de Helio- que podría utilizarse como combustible en futuras plantas generadoras de energía eléctrica a partir de la fusión nuclear. Tiene un papel crucial en estos intentos por ir a la luna, porque no llega a la Tierra por nuestro campo electromagnético. Si se logra recolectar cambiará la historia de la humanidad una vez más, y vamos a tener una fuente de energía prácticamente inagotable con menor contaminación, indica.
Grandes logros
Alejandro Farah recordó que las misiones tripuladas del Programa Apolo fueron las primeras y únicas que han logrado posicionar a seres humanos en la luna, con un total de 12 astronautas.
Dentro de este programa se fraguaron grandes logros como la recolección de piedras lunares que fueron traídas a la Tierra (aproximadamente de 380 kilogramos), las cuales fueron distribuidas en instituciones del mundo. “México tiene su pedacito de luna para estudio, para entender la composición, cómo se formó y comprender la evolución del sistema solar”, subrayó.
Farah Simón abunda que se ubicaron sismómetros para la medición del viento solar, el flujo de calor, así como sensores para entender el campo magnético de la luna, el cual es pequeño.
En estas misiones hubo experimentos: por ejemplo el clásico y relevante de la colocación de reflectores, unos espejos en la luna para que a través de láseres que se envían desde la Tierra se pueda medir la distancia constantemente entre la Luna y nuestro planeta. Con información de la DGCS-UNAM y Mundo y Tecnología.
En estas misiones hubo experimentos: por ejemplo el clásico y relevante de la colocación de reflectores, unos espejos en la luna para que a través de láseres que se envían desde la Tierra se pueda medir la distancia constantemente entre la Luna y nuestro planeta. Con información de la DGCS-UNAM y Mundo y Tecnología.
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