“Nada con exceso, todo con medida”. Una frase trillada para todos, pero que de ser tomada en serio, prevendría infinidad de enfermedades, entre ellas, la hipertensión y diabetes que se han convertido, en la actualidad, en problemas serios de salud pública.
Todo consumo debe ser moderado, incluso el del agua simple. Lo recomendable son dos litros y medio al día, incluida la utilizada en los alimentos. Solo de esa manera se liberan toxinas, se favorece la digestión, se regula la temperatura corporal y se mantiene el nivel de hidratación.
Tomar agua simple en exceso puede
matarnos. Parece una exageración, pero no lo es. La consecuencia es la intoxicación
por agua o hiperhidratación, caracterizada
por la reducción en el nivel de sodio de la sangre (hiponatremia)
además del consecuente desequilibrio de electrolitos.
El cuerpo
humano depende de sales y minerales para su funcionamiento y el abuso en la
ingesta de agua simple nos hace desecharlas. Se debe consumir solamente la
cantidad que perdemos. El consumo de agua simple durante el ejercicio físico de
alto impacto no es recomendable porque se pierden minerales al sudar, en ese
caso son mejores las bebidas isotónicas.
Algunos de los
síntomas de alarma por hiperhidratación son nauseas, vómito, desorientación,
fatiga, espasmos, dolores agudos y, en casos extremos, convulsiones, estado de
coma y muerte a consecuencia de fallo generalizado de los órganos internos.
El consumo de agua simple es el mejor ejemplo de que la frase “Nada con exceso, todo con medida” tiene todo de cierto. Pero… y entonces… ¿dónde queda la idea de que consumir constantemente agua simple es lo más saludable? ¿Qué consumo es más nocivo, el del café, té, leche, refrescos, agua mineral o bebidas alcohólicas?
Las bebidas azucaradas, dietéticas o no, son nocivas. Eso incluye refrescos, jugos industrializados y también los zumos extraídos de fruta natural. De acuerdo a especialistas es mejor comer frutas que beberlas.
Fuera de las bebidas azucaradas, se ha demostrado que el café, té, leche, agua mineral o bebidas alcohólicas tienen propiedades benéficas en una medida limitada de consumo. Se les confiere a las bebidas alcohólicas beneficios cardiovasculares, neuronales y óseos. Se asocia su consumo a una reducción de muertes por ataque cardíaco o derrame cerebral, pero su abuso destruye el hígado, páncreas, sistema digestivo neuronas, además de ser factor de cáncer.
Al café se le atribuyen propiedades contra el cáncer y enfermedades neurodegenerativas, se relaciona con baja probabilidad de diabetes, además de que tiene antioxidantes. Su consumo en exceso puede dañar el sistema digestivo. Además se relaciona a dependencia, irritación y ansiedad.
Algunas infusiones de té son relajantes además de tener flavonoides que protegen al organismo, pero su abuso puede provocar intoxicaciones ya sea porque tengan teína o cafeína. El agua mineral puede nivelar la hidratación, pero en exceso puede provocar enfermedades como hipertensión, cálculos renales y descalcificación.
Por su parte, la leche es un buen aporte de proteína, pero en exceso puede elevar los niveles malos de colesterol y presión arterial. El abuso en el consumo de leche en conjunto con bebidas carbonatadas es detonador de litiasis.
Conclusión: El veneno siempre estará en la dosis, incluso en el agua simple potable para consumo.
¿Y EL VILLANO DEL CUENTO?
Las bebidas azucaradas son las únicas que no tienen ningún beneficio ni siquiera en bajas dosis. No solamente porque al beberse ingerimos azúcar y sodio en cantidades industriales, lo que daña la salud en general, sino por sus colorantes y químicos todavía más dañinos.
¿REFRESCO O CERVEZA?
Y al final la pregunta. ¿Qué hace menos daño un refresco o una cerveza? Es difícil de responder pero se debe tomar en cuenta que la cerveza tiene bajo contenido calórico. Al estar hecha con ingredientes naturales como la malta, el lúpulo y levadura puede aportar nutrientes y prevenir algunas enfermedades si se consume moderadamente.
Los refrescos están hechos con agua carbonatada, edulcorantes naturales como fructosa o sacarosa o sintéticos como el ciclamato (E952), acidulantes, colorantes, antioxidantes, estabilizadores de acidez y conservadores. Si bien algunos defensores dicen que nivelan la hidratación o proporcionan alguna vitamina si están hechos con jugo de fruta, lo cierto es que también lo hace un agua simple o de frutas. Nunca ofrezcamos a menores de edad ningún tipo de bebida alcohólica o refresco. En todo caso podemos consentirlo con un vaso de agua de fruta natural.
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