Para la científica mexicana Valeria Souza, fue amor a primera vista. La ecóloga evolutiva de la Universidad Autónoma de México (UNAM) ha venido estudiando desde hace una década un sitio como ningún otro en la Tierra, con formas de vida ancestrales que podrían ayudar a entender la evolución de Marte.
"Cuatro Ciénegas es un extraordinario análogo de Marte, ya que tanto en este terreno como en el cráter Gale donde Curiosity explora actualmente el planeta rojo, se formó yeso por la acción del fuego bajo el agua", señala la doctora Souza.
"Este oasis en mitad del desierto de Chihuahua es una máquina del tiempo con organismos que, juntos como comunidad, no sólo han trasformado nuestro planeta azul, sino que han sobrevivido a todo tipo de extinciones y sus genes nos pueden contar cómo lo lograron", señaló la investigadora.
Souza ha venido estudiando el genoma de las comunidades bacterianas que han logrado sobrevivir con escasos nutrientes en Cuatro Ciénegas, en busca de claves que podrían indicar a su vez qué buscar en el planeta rojo.
“Desde niña me interesó la genética y cómo algo tan simple como una doble hélice* tiene tantos secretos. En 1999 llegó un equipo de la NASA a invitarnos a trabajar en Cuatro Ciénegas. Fue amor a primera vista, por su belleza y por sus misterios, en particular porque W. Minckley (verdadero descubridor del sitio) me llevó al borbotón del manantial principal y me dijo, '¿ves esto...? pues estaba hace mas de 200 millones de años en el fondo del Pacífico...demuéstralo'", afirmó la científica.
La clave del Yeso...
"Cuatro Ciénegas es un humedal donde hay cerca de 300 pozas, algunas lagunas y río. Estos sitios son sumamente pobres en nutrientes (como esperamos que sea Marte) y ricos en minerales similares a los de Marte. En ambos sitios el yeso predomina y se formó bajo un mar rico en sales y carbonatos por la presencia de fuego (magma en Cuatro Ciénegas y un meteorito en Marte). Por otra parte, en Cuatro Ciénegas la falta de nutrientes hace que las bacterias dominen la cadena alimenticia... si hay vida en Marte, esperamos lo mismo", añadió la investigadora.
Para formar yeso se requieren compuestos de azufre del magma y minerales del mar. En el caso de la cuenca de Cuatro Ciénegas, el magma fue muy activo bajo el mar, permitiendo desplazar continentes durante el Jurásico.
No se sabe aún si hubo movimientos tectónicos en la corteza de Marte, pero se cree que un gran meteorito cayó en su mar primitivo. Las sondas han detectado yeso en el cráter Gale y eso indica que hubo agua rica en minerales y el azufre podría haberse producido por el impacto del meteorito que originó este cráter.
Bacterias ancestrales...
La científica mexicana Valeria Souza y sus colegas analizaron el genoma de las distintas comunidades bacterianas que viven en las ciénegas. La ecóloga constató la existencia de dos comunidades diferentes. Una es "verde", formada por cianobacterias y proteobacterias adaptadas a la falta de nitrógeno, y otra "roja", compuesta por microorganismos que viven casi sin fósforo. También hay pozas azules, en general más profundas y sin nutrientes.
"Los genomas nos dicen que estas bacterias eran marinas hace mucho tiempo, algunas de ellas las podemos rastrear desde el final del Precámbrico y lo más importante es que sobrevivieron todo tipo de catástrofes y siguen aquí, por lo que en sus genes podemos ver la historia evolutiva por la que han pasado".
"En Cuatro Ciénegas estamos tratando de entender por qué hay tantas especies en este planeta azul, cuáles son las reglas evolutivas y ecológicas que generan especies nuevas y mantienen la coexistencia. Creo que esto también nos va llevar a entender por qué en Cuatro Ciénegas se guardaron los linajes ancestrales y éstos no fueron invadidos por nuevas criaturas como en el resto del mundo".
Souza explica que "si hay vida en Marte u otros planetas y esa vida sobrevivió, el estudio de la vida en un sitio muy antiguo y con pocos nutrientes nos puede ayudar a saber qué buscar y cómo interpretar estos datos. Para mí sería especialmente importante entender si las reglas evolutivas son las mismas y también es una oportunidad única de enraizar el árbol de la vida. Esto sería tan importante como cuando Galileo dibujó un Sistema Solar donde nosotros éramos sólo un planeta más y no el centro del Universo". El estudio de Souza y sus colegas fue publicado en la revista Astrobiology. Texto: Argonmexico. Foto: Cuatrocienegas.mx
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