Isaac Newton, el matemático y físico británico nacido el 25 de diciembre de 1642, inventó junto con Gottfried Wilhelm Leibniz la rama de las matemáticas denominada cálculo infinitesimal. Entre sus brillantes aportes también se encuentran sus postulados sobre la luz y la óptica, además de las leyes del movimiento y la gravitación universal.
Es inevitable al ver un arco iris, pensar en Isaac Newton, pues una de sus obsesiones científicas fue explicar el origen de los colores. Fue precisamente quien descubrió que el blanco es la mezcla de todas las tonalidades existentes, lo cual demostró con la refracción de rayos luminosos sobre prismas.
Fue en el año de 1666 cuando descubrió la ley de la inercia que explica que las cosas tienden a moverse en línea recta a menos que alguna fuerza externa altere su movimiento. El científico ilustró su teoría poniendo como ejemplo la relación que tiene nuestro planeta con su satélite natural. Existe una fuerza que impide que la luna salga disparada en línea recta hacia el espacio, esa es la gravedad que, asegura, influye a todos los cuerpos que existen en el espacio.
Entre muchas de las disciplinas científicas que se vieron enriquecidas con su legado se halla la astronomía, pues fue el inventor del primer telescopio reflector en 1688. Utilizaba un espejo curvo para enfocar la luz de objetos lejanos como las estrellas, la cual entraba en el tubo del aparato en forma de rayos paralelos que se reflejaban por último en un espejo plano diagonal el cual rebotaba la imagen por el lente ocular.
Para los fenómenos de la vida diaria las tres leyes del movimiento que formuló Isaac Newton siguen siendo la piedra angular de la dinámica. La primera dice que si la suma vectorial de las fuerzas que actúan sobre un objeto es cero el objeto seguirá en reposo o conservará una velocidad constante. La segunda explica que una fuerza neta ejercida sobre un objeto lo acelerará, y la tercera explica fundamentalmente que cuando un objeto ejerce una fuerza sobre otro, este otro ejerce también una fuerza sobre el primero.
En 1687 Newton publicó uno de los libros científicos que se han escrito, “Principios matemáticos de filosofía natural” en el cual se incluye su teoría sobre el movimiento, las mareas y la gravitación.
Afectado por la soledad.
Isaac Newton padecía de soledad e incluso, una enfermedad de origen emocional terminó con su vida y etapa creativa. Problemas por críticas a sus postulados y desacuerdos con Gottfried Wilhelm Leibniz por la patente del cálculo marcaron los últimos días de su existencia.
Comentarios realizados por Pepón Jover del Pozo sobre el libro “Soledad” de Anthony Storr, enfatizan que Newton como otros hombres de la historia, entre ellos Mozart y Kafka encontraban la salida a su sufrimiento a través de sentirse creadores a beneficio o placer de la humanidad y agrega: “parece que las actividades creativas tienen la capacidad de sanar mentalmente al individuo, o al menos de reportarle una sensación. Es interesante ver como los más grandes genios, los que más nos han aportado a la sociedad, son muchas veces los más incomprendidos, los extraños, los raros, los que no se comportan y hacen lo que las normas y la sociedad les dicta”.
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