domingo, 13 de febrero de 2011

La trampa acuática más rápida para cazar se encuentra en el reino vegetal de dieta animal.

Una de las formas vivas más sorprendentes del planeta son las plantas carnívoras debido a que se alimentan de seres vivos al haber desarrollado mecanismos de caza sorprendentes. Algunas tienen trampas acuáticas y otras no como la “Venus Atrapamoscas”. Los investigadores sospechan que sus hábitos alimenticios han evolucionado en diversas especies que suman ya, unos doce géneros catalogados en cinco familias.

Recientemente, investigadores en Francia, consiguieron describir la forma de caza que utilizan las carnívoras de tipo utricularias, un género numeroso de la familia Lentibulariaceae que comprende unas 215 especies que se desarrollan en agua dulce y en suelos húmedos en todo el mundo, excepto la Antártida.

Toman a sus presas por sorpresa y las ingieren en poco menos de un milisegundo. Para ello, se valen de la trampa acuática más rápida hasta ahora conocida, de acuerdo a informes del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS).

Personal especializado en física perteneciente a la Universidad Joseph Fourier de Grenoble en conjunto con científicos del Centro Nacional de Investigaciones Científicas consiguió grabar el mecanismo de las utricularias gracias a la utilización de cámaras de sensibilidad extrema provistas de una capacidad de ralentización de hasta 240 veces.

Gracias a su trabajo fue posible demostrar la velocidad con la que cazan las plantas carnívoras bajo estudio, la cual resulta que es mayor de lo que se creía hasta hoy en día, y lo que le lleva utricularias a romper un récord de velocidad.

Como casi toda planta acuática las utricularias no tienen raíces. Sin embargo, en compensación, se encuentran provistas de hojas de tipo filiforme, con forma de horquilla, de las que crecen, fuera del agua, trampas mortales de tamaño milimétrico que resultan letales para los insectos de los que se alimentan.

Ha quedado comprobado que les lleva horas prepararse para conseguir su alimento de manera exitosa. Para ello, las utricularias tienen una especie de estómago flexible que se contrae durante varias horas con el objetivo de almacenar energía potencial parecida a la tensión del cordel de un arco. Durante ese periodo la trampa prepara su mecanismo, un tubo sometido a presión, que se accionará cuando los sensores que rodean a la abertura del mismo detecten la llegada de un insecto.

Cuando la víctima toca una especie de antenas, las paredes se sueltan, se aspira a la presa y la entrada a la trampa queda totalmente sellada. En ese lugar, el insecto morirá disuelto por las enzimas liberadas para absorber los nutrientes.

Explican los científicos del CNRS que la liberación de energía elástica almacenada en las paredes de la “bolsa” crea un torbellino de aspiración, con aceleraciones que llegan hasta los 600 gramos, es decir, 30 veces superior a un golpe de 20 gramos.

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