Devuelve la ciencia vida a una planta que crecía durante la era de hielo.

La era de hielo es una de las etapas de nuestro planeta que más han llamado la atención. No por nada se ha hecho famosa una trilogía de películas que ostentan el mismo nombre. Debido al ello, la reproducción de semillas antiguas de una planta de hace más de treinta mil años no deja de causar emociones y expectación.

Fue un grupo de científicos de origen ruso el que logró el primer cultivo de plantas a partir de frutos congelados enterrados a las orillas del río Kolyma, en Siberia, zona donde comúnmente se buscan huesos de mamut. La antigüedad de las semillas no puede ser desmentida debido al proceso de espectrometría con acelerador de masa, un sistema de cálculo de la antigüedad de los tejidos por radiocarbono que tiene un margen de error de más o menos 300 años.

La planta con flores de la especie “Silene Stenophylla”, traída de nuevo a la vida es considerada la más antigua que haya sido regenerada. Además, es fértil, al producir flores y semillas viables; resistente y de fácil adaptación. Previamente, otros especialistas habían logrado algo parecido con una semilla de palmera en buen estado de conservación durante 2 mil años, en Israel.

¿Cómo encontraron las semillas o frutos?
Svetlana Iachina y David Gilichinsky, dos de los líderes del proyecto, encontraron alrededor de 70 madrigueras donde hibernaban ardillas. Habían cavado la tierra congelada para hacer pequeñas madrigueras del tamaño de una pelota de fútbol. Colocaron paja primero y luego pelaje animal para crear una cámara hermética perfecta.

Según la revista Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS), de EU, las madrigueras fueron localizadas a entre unos 20 y 40 metros de profundidad con respecto a la superficie actual, localizadas en estratos que contienen huesos de mamíferos grandes como mamuts y representantes de la fauna de la época.

El suelo perpetuamente congelado de las regiones árticas, conocido técnicamente como permafrost, actuó como un enorme congelador, por lo que las semillas quedaron almacenadas a partir del Pleistoceno tardío durante decenas de miles de años inalteradas a una temperatura promedio de 7 grados Celsius bajo cero.

Svetlana Iachina explicó que tres de los frutos de “Silene Stenophylla" no habían germinado y se encontraban en estado impecable debido a las bajas temperaturas. Gracias a ello, sus células de tejido placentario eran viables para su recolección y cultivo in vitro lo que terminó en la germinación de la planta. Si los frutos se hubieran descongelado en algún momento, tal proeza no hubiera sido posible, considera el equipo.

Iachina y Gilichinsky confirmaron la edad de las semillas datándolas con radiocarbono, para excluir una "contaminación" de semillas recientes lo que brindó credibilidad a los resultados de su trabajo que se venían dando entre el año 2003 y 2004.

Ahora el permafrost, que cubre el 20 % de la Tierra, es sujeto de investigación debido a que alberga una gran variedad de grupos ecológicos y morfológicos de microbios: anaeróbicos y aeróbicos, bacterias formadoras de esporas y no formadoras de esporas, algas verdes y cianobacterias, además de protozoarios y levaduras.

La presencia de cuñas verticales demuestra que en esta zona de investigación nunca ha habido deshielo. Todo parece indicar que las ardillas escondieron sus frutos en la parte más fría de su madriguera, la cual se congeló permanente.

Como en toda investigación científica los resultados deseados no se dieron desde un principio. No fue sino hasta cuando se utilizaron elementos de la fruta distintos a las semillas cuando se tuvo éxito. Fue gracias al “tejido placental” que la planta logró ser germinada.

La teoría del equipo ruso responsable de regresar a la vida el ejemplar “silene stenophylla” es que las células del tejido o “tejido placental” se encuentran llenas de sacarosa, lo que proporcionaría alimento a las plantas en crecimiento y ese compuesto fue precisamente el que permitió la conservación durante miles de años.

Actualmente la especie de planta todavía puede encontrarse en la tundra siberiana, pero no es la misma debido a que muestra rasgos de la evolución y readaptación a su medio. Cuando los especialistas hicieron la comparación encontraron diferencias en la forma de los pétalos y en el sexo de las flores. Tal hallazgo hace pensar en la posibilidad de investigar por otras líneas para obtener información sobre la evolución y su relación con las condiciones climáticas, y no solamente eso, se tendría la oportunidad de traer a la vida hasta un “Parque Jurásico vegetal”.

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