SIDA, Flagelo de la humanidad; treinta años de miedo y desesperanza. Parte I.

Han transcurrido ya tres décadas desde que el VIH-SIDA comenzó a afectar a los seres humanos. Al igual que con la aparición del A-H1N1, responsable de una peligrosa variante de Influenza, en ese entonces provocó una intensa movilización internacional para poder aislar el virus responsable, pero con una abismal diferencia, los científicos no pudieron obtener una vacuna y menos una cura. Lo más que lograron hacer fue diseñar fármacos para el control de la entonces nueva enfermedad.

A principios de los años ochenta se detectaron en Estados Unidos varios casos de una extraña neumonía hasta el momento desconocida que afectaba de forma particular a sectores homosexuales de la población. Más tarde, en 1982, aparecerían casos en Francia. Ante esa crítica situación ambas naciones iniciaron investigaciones por separado. Por un lado, el equipo de Robert Gallo y, por el otro, el de Luc Montagnier.

“Cuando los clínicos nos contactaron en diciembre de 1982, es decir, 18 meses después de la identificación de los primeros casos en Estados Unidos, nunca había oído hablar nada de ello”, señala Françoise Barré-Sinoussi, colaboradora de Montagnier. Fue cuando “definimos una estrategia para intentar erradicar al agente responsable”.

Luc Montagnier relata los trabajos del primer cultivo efectuado para aislar el virus. “Fue el 3 de enero de 1983, a partir de la biopsia de un ganglio de paciente. Al cabo de algunos meses, nos dimos cuenta de que el virus era nuevo, ¡y ahí empezó la excitación!”. Françoise Barré-Sinoussi señaló al respecto que todo se dio muy rápido. Se supo que se transmitía por vía sexual y sanguínea lo que llevó a reaccionar de forma inmediata.

A pesar de haber sido publicados en la revista “Science” el 20 de mayo de 1983 los avances de Françoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier no fueron reconocidos de inmediato por la falta de su cultivo en laboratorio necesario para los trámites legales. Fue entonces cuando, con el objetivo de avanzar investigación, el equipo de Montagnier solicitó la ayuda de Robert Gallo para cultivar el virus.

La solicitud de ayuda francesa terminaría en una larga disputa legal internacional cuando el equipo estadunidense pretendió quedarse con los derechos absolutos del descubrimiento durante una conferencia de prensa de gran expectación mediática el 23 de abril de 1984.

Después de la batalla legal y un “pactado” acuerdo inducido con pruebas falsas en las que Francia y EU compartían derechos, al final se reconoció a Montagnier como el absoluto descubridor del virus. Fue durante la administración de Bill Clinton cuando Robert Gallo se vio obligado a reconocer que las cepas francesas fueron clave en su investigación.

A raíz del aislamiento del virus asociaciones de enfermos del norte de América comenzaron a presionar a los laboratorios para buscar soluciones farmacológicas. A partir de 1980 surgieron los primeros antirretrovirales que representan uno de los más grandes avances en la historia de los medicamentos para posteriormente ser reemplazados por cócteles conocidos como HAART, o tratamientos antirretrovirales altamente activos que impactaban rápidamente sobre el virus en la sangre del paciente, lo que hizo pensar “erróneamente” que una cura era inminente.

La realidad era “cruda” al descubrirse que el VIH permanecía sin ser detectado en reservas de infección latentes a los que ni los fármacos más poderosos pueden actuar lo que, en principio, erradicó toda esperanza hasta hoy en día. En ese tenor, Montagnier, quien no se muestra convencido en el uso de antirretrovirales, se enfoca en el estudio de los depósitos linfa, médula ósea o tejidos donde el virus “se agazapa” a la espera de que se suspendan los medicamentos para volver a replicarse.

Los últimos reportes indican que ya suman más de 60 millones de personas contagiadas con VIH de las cuales han muerto más de 25 millones desde 1981, lo que hace que la búsqueda de una cura se acelere debido a que los altos costos en tratamientos atentan, sobre todo, contra el progreso de los países subdesarrollados.

La atención a los enfermos cuesta ya, tan sólo en países en desarrollo, 13 mil millones de dólares cada doce meses, cifra que se triplicaría en los próximos 20 años. Debido a ello y al caso “Timothy Ray Brown” (1) es que científicos buscan de nuevo una solución definitiva para de esa forma evitar costear fármacos durante años y años. Al respecto, la Fundación para el Estudio del SIDA o AmfAR, anunció la primera ronda de cuatro subsidios a grupos de investigación para desarrollar las estrategias necesarias para erradicar por fin la infección. Fotos: AIDES
Vea la parte II

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