La teoría sobre los niños índigo se desmorona a cada día ante la ciencia y avances médicos.

Lo que se dice sobre los niños “índigo”…

El trabajo de Charles Darwin marcó la pauta sobre el evolucionismo. Plantas y animales han sufrido cambios desde su aparición en la Tierra para hacer frente a fenómenos adversos; algunos se adaptan y otros se extinguen. Los seres humanos no son una excepción a la regla. La humanidad ha llegado al límite de la contaminación, destrucción del medio ambiente, egoísmo, avaricia, ira y autodestrucción. Debido a eso, nuestra especie de alguna forma tendría que empezar a evolucionar.

Ahora las modificaciones bien podrían no ser corporales sino mentales. Es un hecho que los niños ahora son mucho más inteligentes que hace algunos años, e incluso, más precoces, todo producto de los cambios en los hábitos de vida que se van dando de generación en generación. A decir de algunos especialistas, existen los niños “índigo”, pequeños cuya misión es cambiar las pautas de conducta de la sociedad con base en el amor y la convivencia. Su propósito, destruir los modelos sociales nocivos. Debido a eso, son calificados como rebeldes.

Los especialistas Lee Carroll y Jan Tober advierten que los niños “índigo” son, en la mayoría de las ocasiones, más hiperactivos. El educador José Manuel Piedrafita Moreno los describe como adultos en cuerpos pequeños, de mirada profunda, respondones y sobre todo muy sensibles. Son seres humanos diferentes, pues desde pequeños buscan ser independientes y tienen disposición a aprender todo lo que ven. Son especialistas en mostrar a sus padres los errores que cometen como personas adultas.

Los niños “índigo” responden mejor cuando se les respeta y trata como personas adultas. Como tienen mucha energía por liberar, así como interés de aprendizaje, se les debe canalizar al deporte y todo tipo de actividades para su superación personal. A este tipo de niños se les ha denominado ““índigo”” por los estudios realizados sobre el aura. Quienes se dedican a eso aseguran que la tienen de color azul cobalto. Representan un verdadero desafío para sus padres ya que su patrón de comportamiento es inusitado. Se relacionan de forma distinta y tienen necesidades diferentes.

Entre los rasgos más habituales de los niños “índigo” están la rebeldía, autoestima elevada, impaciencia y creatividad. No responden a chantajes. Son intuitivos y cuestionan todo lo que sucede a su alrededor. Poseen una maestría para captar las intenciones y los motivos ocultos de los demás. Son talentosos, inteligentes y visionarios pero, sobre todo, tienen un alto grado de compasión por los seres vivos, el planeta, otras personas, las plantas y los animales.

Una encuesta entre padres de familia a nivel mundial revela que el 90% de los niños que nacen en el nuevo milenio responden a las características “índigo”. Entonces, no debe sorprender ver a bebés disfrazados de ejecutivos en anuncios publicitarios.

La realidad científica…

Todo lo anteriormente expuesto se viene por tierra luego de las declaraciones de un especialista de la Universidad Nacional Autónoma de México en abril de 2008. Rogelio Castillo, de la Escuela Nacional de Trabajo Social afirmó que ni los pediatras, ni los psicólogos, ni los profesores pueden identificar a los niños “índigo”. Y la evidencia de su realidad no es fehaciente. Se les adjudican, dijo, grandes dosis de intuición que se manifiesta en el desarrollo de la telepatía, cualidades para predecir el futuro y para reconocer la presencia de seres etéreos como hadas y duendes.

Por lo tanto, no es de ninguna manera posible una demostración empírica de una categoría tan esotérica como el karma, puesto que un análisis científico en ese tenor se convierte en un asunto contradictorio. Las circunstancias se reducen tan sólo a un acto de fe ya que no hay pruebas científicas ni empíricas de la existencia de los “niños “índigo””.

Insistió en que ningún hospital ni revista científica o pediátrica ha reportado la existencia verídica de pequeños superdotados, pero dejo muy en claro, que en cualquiera de los casos, todos los niños deben ser tratados como “niños “índigo””, esto es, con respeto, tolerancia, atención y dedicación, concluyó.

Las declaraciones del académico de la Universidad Nacional Autónoma de México echan por tierra, desde el punto estrictamente científico, las teorías de autores como Lee Carroll y Jean Tober, sobre una nueva “especie producto de la evolución humana”.

La amenaza a la salud…

Recientes investigaciones divulgadas por especialistas alertan a los padres de familia sobre el riesgo de que los niños tengan Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, padecimiento que afecta del 5 al 10% de los niños en edad escolar.

Los niños con ese problema suelen ser interpretados como casos “índigo”. Presentan una disfunción a nivel químico en el cerebro que si no se atiende de forma oportuna impide la activación correcta de una región cerebral conocida como cíngulo de la cual depende la capacidad de concentración. El problema puede llegar a tal grado que el cíngulo se atrofie definitivamente por falta de uso lo que generará dificultades en los pequeños para poderse adaptar a la sociedad.