También las plantas pueden ser momias luego de morir.

En las historias de miedo las momias se levantan de sus tumbas envueltas en vendas para moverse lentamente y atacar a los vivos. Esas historias e imágenes son producto del cine e influencia de festividades por Día de Muertos. Ahora, en la realidad, las momias distan mucho de esas descripciones fantásticas.

No son más que cadáveres bien conservados pero deshidratados, producto de la acción de la naturaleza, como es el caso de las momias de Guanajuato, a través de la intervención del hombre, que ha logrado la preservación de las momias de Egipto cuyos cuerpos eran preparados y embalsamados para evitar su descomposición, y la empírica que es un término intermedio en que los seres eran sepultados en sitios específicos para que se conservaran el mayor tiempo posible.

De acuerdo a investigadores y definiciones técnicas también la flora, es decir las plantas, al igual que los animales y seres humanos pueden entrar en un proceso de momificación. En condiciones naturales sucede cuando bacterias u hongos se ven impedidos de crecer, multiplicarse y provocar la descomposición de los seres que han perdido la vida. La mayoría de los casos se dan en lugares del mundo con ecosistemas áridos o semiáridos dentro de cuevas o refugios rocosos donde los cadáveres pierden el agua de forma tan rápida que impide la putrefacción.

Por tanto, para que un cadáver pueda considerarse momificado debe cumplir con el requisito de mantener sus tejidos lo suficientemente íntegros para reflejar la morfología que tuvo en vida. Es decir, haber preservado y resistido el proceso de descomposición post-mortem durante un tiempo prolongado para ello influye una amplia gama de procesos y factores bioquímicos, geofísicos y climatológicos que interactúan de manera externa e interna en los organismos después de la muerte.

El estudio de las momias permite grandes avances en el conocimiento de civilizaciones humanas y la medicina lo cual ha redituado en un mayor conocimiento de nuestra historia natural. Técnicamente hablando y apegados a la descripción científica las momias más antiguas encontradas tienen una antigüedad de 20 mil años. Se trata de mamuts congelados que fueron encontrados en Siberia. Respecto a las humanas, las más antiguas son las artesanales de la cultura Chinchorro, ubicadas en el desierto de Arica del norte de Chile, una es de tipo natural o espontánea de hace nueve mil años y otra de origen artificial de hace siete mil 800 años. En cambio las egipcias, dos mil años más recientes, son las más conocidas y numerosas. Respecto a México los hallazgos de cuerpos y restos momificados o parcialmente momificados en México se remontan a la época prehispánica, principalmente en la zona norte y continúan en la actual.

Las momias de Guanajuato

Las momias más famosas y visitadas en México son las de Guanajuato y ahora parte de ellas son exhibidas de forma temporal en la Ciudad de México. Se pueden contemplar los cuerpos deshidratados de personas adultas, niños e incluso un feto. Aunque algunas aparentan en su rostro una gran tranquilidad, la mayoría presentan gestos extraños, como si estuvieran gritando, en agonía o totalmente espantados, muecas producidas por el desgaste natural de los cartílagos.

Procedentes del Panteón de Santa Paula, fueron descubiertas por una casualidad. Resulta que la renta de las gavetas de ese panteón tiene una duración de cinco años y si no se paga un refrendo los cuerpos son exhumados. Durante la extracción de cadáveres se descubrieron los cuerpos momificados de forma natural los cuales en 1970 fueron exhibidos de forma clandestina. No fue sino hasta dos años después, en 1972 cuando oficialmente se inauguró el museo que las exhibe en Guanajuato.

Se desconoce la identidad del 98 por ciento de los cuerpos, debido a que durante esa exhibición fuera de la ley, se perdieron algunos objetos, sobre todo las placas de identificación. Parte de esas momias estarán exhibidas en el Distrito Federal hasta inicios de diciembre de 2009 en el Foro Scoatiabank de Polanco.