El hecho de sentir atracción física por compañeros del sexo opuesto, e incluso entre personas del mismo, tiene una explicación científica. El desear a otra persona no solamente es influido por la vista, sino también por los olores. Quizá resulte trillado, pero experimentos revelan que los estados emocionales y el enamoramiento tienen que ver directamente con la acción de una mezcla de sustancias producidas por nuestro cerebro, neurotransmisores, hormonas y las conocidas feromonas.
Tan sólo la lujuria y el deseo ardiente por tener relaciones sexuales tienen que ver con la presencia de testosterona y feniletilamina. El enamoramiento romántico en el que se pierde la razón del tiempo está ligado directamente con altas dosis de dopamina y norepinefrina que segrega nuestro cuerpo en situaciones relacionadas con las feromonas.
El órgano responsable de la atracción física a través de los olores es el vomeronasal, pues controla las emociones como el miedo, el sexo, el coraje, etcétera, al captar las sustancias químicas que despiden otros cuerpos para preservar su especie y cubrir las necesidades de afecto o de seguridad.
En realidad, todas las reacciones producto de los neurotransmisores son producidas para la preservación de las especies. Al concluir esta etapa, la reproductiva, los niveles de las sustancias responsables de la pasión y del enamoramiento descienden a niveles de casi cero. Todo el fenómeno es a lo que naturalmente se conoce como “química del amor”.
Aseguran especialistas que la influencia de las anfetaminas naturales dura en promedio dos o tres años, decayendo irremediablemente, después de ese lapso de tiempo, la sensación de euforia que se siente por la pareja. Como cualquier estupefaciente, aunque éste sea naturalmente producido por nuestro cuerpo, la adicción y costumbre de sentirlo puede ser la razón de la infidelidad, pues de esa forma es como se vuelve a experimentar la cadena de emociones que provoca la conquista.
Estudios revelan que los seres humanos están biológicamente programados para sentirse apasionados entre 18 y 30 meses, tiempo suficiente para que se conozcan, copulen y tengan descendencia. Por su parte, las feromonas están personalizadas ya que cada individuo tiene patrones específicos. Eso nos hace únicos y al mismo tiempo nos hace tener preferencia por cierto tipo de personas.
Así, resultaría falso que la venta de estas sustancias en perfumes surta efecto en todos los consumidores de forma general y milagrosa. En realidad, sólo llegan a potencializar lo que el cuerpo ya produce, pero, si la persona deseada no es susceptible a su patrón de olor, resultará imposible el apareamiento o relación de pareja.
Existen rumores de que una intensa y frecuente actividad sexual, independientemente de la constante práctica de ejercicio, convierte a las personas en seres más atractivos, ya que dicha actividad aumenta notablemente su producción de feromonas, lo cual también sucede con los cumplidos, un abrazo o un apretón de manos.
Lo que sí se puede considerar como verdadero es que el coito incrementa la confianza de las personas al sentirse amadas y deseadas incrementando su atractivo natural.
El problema de la depresión encuentra en este sentido una explicación válida. Es una enfermedad y no sólo una postura frente a la vida. El cerebro produce sustancias químicas que provocan la tristeza al disminuir la cantidad de feniletilamina y dopamina que segrega.
Pese a todo lo anterior, actualmente, no existe un consenso definitivo dentro de toda la comunidad científica sobre la existencia de feromonas humanas.
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